En la
literatura de los reinos germánicos a partir del siglo V se mantienen vivas las
tradiciones romanas y cristianas católicas. En el campo poético hubo
continuidad mediante los recursos y modos del paganismo clásico, aunque
introduciendo temáticas y personajes cristianos. Se observa una menor
proyección e interés hacia la comunidad pública y una mayor plasmación de las
inquietudes personales del autor individual.
El caso de
Blossio Emilio Draconcio es representativo. Aunque se desconoce muchos de sus
datos, habría vivido en la segunda mitad del siglo V en el Norte de África vándala
coincidiendo con los reinados de Genserico, Hunerico, Guntamundo y Trasamundo.
Algunos analistas han sugerido un origen hispano de la familia de Draconcio,
pero sin apenas pruebas.
Estudió con
el gramático Feliciano y ejerció de abogado (“togado”) siendo posible que
también ejerciese de juez entre los romanos norteafricanos, por lo que dice en
uno de sus escritos “Libré de la muerte a
reos, mi lengua devolvió sus riquezas a los despojados de patrimonio y las
arrebató a quienes las retenían.”
Aficionado a la obra y fraseología de Virgilio
y Ovidio, desarrolló una afición poética propia que le puso en graves aprietos
cuando en la “Carme Ignotum” (poesía no conservada) alabó a un dirigente
extranjero (seguramente, como cree Vollmer, el emperador bizantino Zenón, aunque
otros estudiosos han propuesto a Odoacro o a Teodorico el ostrogodo) despertando
las iras de los vándalos arrianos gobernantes.
Draconcio
fue acusado de traición y puesto en prisión durante un prolongado periodo,
probablemente unos 10 años. Sus propiedades fueron confiscadas. Intento
reivindicarse con un poema apologético, la “Satisfactio”, y obtener el perdón, con
poco éxito porque tuvo que esperar hasta el reinado de Trasamundo para recibir
la amnistía.
Sus obras
conservadas:
-
Romulea.
Una colección de 10 poesías profanas, casi todas hexámetros. Combina temas mitológicos
tradicionales (Elena, Medea) con retórica.
-
Orestia
tragoidea. Una variante sobre el mito de Orestes, hijo de Agamenom y parricida.
En esta obra recuerda a su maestro Feliciano.
-
Satisfactio.
En forma de 158 dísticos. Reflexiona sobre el concepto de culpa y perdón con
ejemplos cristianos (David, Esteban) y paganos (Julio César), pasando a invocar
el perdón y la clemencia del rey vándalo para recuperar su libertad.
-
De
laudibus Dei. Son 2.000 hexámetros, concebidos en la cárcel para intentar
reconciliarse con su destino de presidiario, justo como haría Boecio unos años
más tarde en un trance parecido. Medita sobre la gracia divina y el sentido del
mundo. Expresa al final del libro I la esperanza en su liberación. En el libro
II recuerda los milagros de Cristo y del Antiguo Testamento, contrapesados por
la ira divina en el Diluvio y Sodoma. Regresa al recuerdo de la misericordia
divina gracias a la redención de Cristo y el Juicio Final. El libro III compara
la bondad divina con la ingratitud y la dureza humana contraponiendo la
intercesión sobre Abraham o el apóstol Pedro frente a los casos de Bruto,
Manlio Torcuato, Régulo, etc.
Draconcio tuvo bastante difusión en la España
Visigoda, y un libro, el “Hexamerón” que incluía la “Satisfactio” y el libro I
de “De laudibus Dei” fue alabada por San Isidoro de Sevilla y por el obispo
Eulogio de Toledo, que editó una versión personal del “Hexamerón” que circuló
durante toda la Edad Media y la Edad Moderna.
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