El relato
cumple los esquemas presentes en muchas obras de Lovecraft. El protagonista se
lamenta al inicio por la triste y desdichada experiencia que le ha conducido al
atolladero. Nos explica a continuación su vida como diletante bohemio que sigue el modelo de vida aristocrático.
En un encuentro casual, hace amistad con un hombre de facciones helénicas con
el que congenia. Se convierten en compañeros de viajes en el mundo onírico mediante la ingesta de drogas. La actitud
estirada y relamida que adoptan no oculta su situación de yonkis. Durante una
de esas ensoñaciones tropieza con una barrera que el narrador no logra
atravesar pero su compañero si, sufriendo este una experiencia traumática. La posición de ambos cambia radicalmente a partir de este suceso, y toman frenéticamente otras sustancias precisamente para eludir el sueño, a la vez que asisten alocadamente a actos sociales para evitar la soledad. La obra está
ambientada en Londres, aunque no la describe.
El relato
trata los temas de la exploración por el mundo de los sueños y la búsqueda de
una realidad alternativa. En este sentido “Hypnos” tienen una conexión
evidente con la posterior y más compleja “La llave de plata” perteneciente al
ciclo de Randolph Carter.
Respecto al
estilo, encontramos el empleo de una florida adjetivación, herencia de las
querencias poéticas del joven Lovecraft, o las referencias a entidades y
peligros sugeridos pero no explicitados, descubiertos en esos espacios prodigiosos.
Hay una invocación de lo ominoso. Algunos lectores y críticos consideran
deplorable esa falta de concreción, otros
en cambio alaban esos soplos fantásticos.
La
conclusión más evidente de la lectura de “Hypnos” es la defensa de la
supremacía de los sueños sobre la incompleta y decepcionante realidad. Al
utilizar la presencia de una deidad griega, el dios menor Hypnos, nuestro escritor aún se muestra en su fase
primeriza ceñido a la mitología convencional.