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Weird Tales en 1924, pertenece al periodo de tránsito entre los últimos ecos poeianos-dunsanianos
y los primeros pasos hacia el horror cósmico. Por ello, sobre todo al
principio, la obra presenta una densa retórica que si bien deslumbra con sus
hallazgos metafóricos y cierta musicalidad, puede resultar también algo
exagerada por relamida y artificiosa. Tiene no obstante una lograda sensación
de amenaza en la segunda mitad de la historia, que pende hasta la dramática conclusión.
De hecho, se detecta el comienzo de una mayor contención expresiva, que sin
abandonar nunca el gusto por la adjetivación, se consolidará en el Lovecraft
maduro a partir de 1926. De nuevo el recurso a un protagonista y narrador
anónimo permite una aproximación más estrecha entre el lector y los hechos
asombrosos.
El argumento
arranca con unos decadentistas ladrones de tumbas que en cierta incursión van
demasiado lejos y atraen una presencia indeseable. Otro de los
puntos que convierten en referencia a este cuento es la primera mención del
luego célebre texto maldito “Necronomicon”, “Los nombres muertos”.
La
valoración de “El Sabueso” por la crítica es desigual. El editor de la revista Essence, J. P. Brennan, uno de los
primeros redactores de una bibliografía sobre el autor fantástico publicada en
1952, lo estimaba en gran medida: “Su
estructura es algo leve y no tiene el poder de los mejores cuentos de
Lovecraft, pero tiene una atmósfera espléndida y una vez más la brevedad y
unidad de efecto. Podría haber sido escrito por el Poe temprano.”[1]
Lin Carter
es más severo sobre sus méritos, aunque admite su importancia al haber
contribuido a cimentar el ciclo de los mitos de Cthulhu: “Este pequeño relato menor era todavía más escaso en sustancia y más servil a Poe en estilo (…) toda la
importancia del relato se basa en la relación con el nacimiento de los Mitos”[2]
Personajes
individuales: Narrador anónimo, St. John, cuerpo de profanador holandés.
Personajes
colectivos: familia de ladrones holandeses.